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A veces es mejor guardar silencio...

Cuando una persona fallece, asistimos a su funeral y nos enfrentamos a ese difícil momento de dar el pésame a los deudos. Creo que es esa una de las situaciones más difíciles porque nunca sabe uno qué decir y a veces acaba uno diciendo algo que nos deja pensando que mejor nos hubiéramos quedado callados. Aquí narro la experiencia de dos personas que seguramente la pasaron muy mal en ese momento. Cambiaré los nombres para no herir susceptibilidades.

Mónica es una mujer muy alegre, tierna y súper sociable, pero también es un poco nerviosa, así que un día en que llegó al velorio de un conocido, lo primero que le salió al abrir la boca fue: "¡FELIZ NAVIDAD!"

Elenita tenía una amiga desde la infancia, era su mejor amiga y habían crecido queriéndose como hermanas y cuando tuvieron hijos, los enseñaron a quererse como primos entre ellos. Un mal día, la amiga de Elenita falleció mientras ella misma se encontraba muy enferma en cama, así que no pudo asistir al funeral de su querida amiga y fueron los hijos de su amiga los que fueron a visitar a Elenita a su casa. Estuvieron platicando un rato y ya cuando se estaban despidiendo, Elenita les dijo: "Bueno muchachos, pues los felicito....." Elenita de pronto se asustó porque no sabía cómo arreglar la metida de pata que había dado, pero rápidamente logró completar la frase: "¡porque tuvieron una madre maravillosa!"

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